Power to the Pixel, probablemente la organización más conocida para la exhibición y promoción de proyectos de entretenimiento de la era digital ha publicado las conclusiones de su think tank con practicantes de lo que se está llamando transmedia.

El documento repasa aspectos como el problema de las definiciones y conceptos, la forma de desarrollar esta narrativa, el desarrollo de la involucración (engagement) de los usuarios como clave, además, para la obtención de financiación especialmente cuando se involucra a marcas, la captación de esos dineros, las capacidades y habilidades necesarias para llevar estos proyectos a cabo y, finalmente, algunas ideas para conseguir que este género despegue.

A destacar: se aspira a poner fin a la confusión terminológica que suponen las palabras crossmedia y transmedia para vindicar su uso indistinto. En citas literales, «no por usar internet se está frente a algo transmediático» o no se trata de hacer «un check list de medios: Twitter, Facebook, página web..» sugiriéndose un equilibrio adecuado de la tecnología y no la tecnología por la tecnología.

Narración y vinculación de los espectadores son elementos comunes. Un representante del National Film Board de Canadá pide a los creadores que sean capaces de describir la experiencia de usuario en una única página. Se pide que el movimiento entre distintas plataformas y usos no sea forzado sino que surgen razones urgentes para que quien sigue la historia encuentre la necesidad de moverse entre ellas.

Se propone revisar la vieja idea de «autor» como «director genial, visionario solitario», una imagen «fuertemente incardinada en la cultura cinematográfica, especialmente en Europa». El grupo de expertos considera que esa visión de la autoría es un mito, pues la creación de películas siempre ha sido un proceso colaborativo.

Para buscar la viabilidad comercial, se señalan simultáneamente los problemas de medición de audiencias junto con la importancia de los datos, datos que deben ofrecer visiones de lo que sucede que no se centren en la mera contemplación de la medición tradicional de los medios que conocemos por buscar indicadores del grado de vinculación y compromiso del usuario con la obra. Un aspecto que se reconoce difícil y poco conocido.

La financiación se reconoce como el aspecto más difícil junto a los conflictos de derechos. Para los distribuidores clásicos, el control es un problema esencial, para un anunciante la difusión es lo esencial. Se constata la carencia de historias de éxito y modelos claros que llevar al potencial financiador, con dosis de riesgo poco aceptables y retornos no claramente medidos.

Finalmente, se buscan planes de acción. Esas ideas se centran esencialmente en el intercambio de datos entre los practicantes de la industria, la educación al mundo de los medios sobre estas formas narrativas y ciertos soportes públicos de dimensión internacional para llevarlos a cabo.