Una posibilidad, supongo que la que todos aceptamos, sería definir el transmedia como “una historia narrativa -mundo narrativo-, tan grande, que no cabe en una sola plataforma y se expande, necesita expandirse, por distintas plataformas y formatos -ambos autorreferenciales-, construyendo una narrativa envolvente, inmersiva, integradora y participativa”. Esta primera opción parte del libro “Convergence Culture” de Henry Jenkins, responsable de la difusión del término “transmedia storytelling”.

Pero, ¿qué pasa si lo analizamos desde “el medio es el mensaje” de McLuhan? Si tenemos en cuenta que “las consecuencias individuales y sociales de cualquier medio, es decir, de cualquiera de nuestras extensiones, resultan de la nueva escala que introduce en nuestros asuntos cualquier extensión o tecnología nueva”.

Entonces, desde ese punto de vista y aventurándonos un poco, sólo un poco, podríamos ampliar el número de posibles definiciones. Así, tendríamos que la narrativa transmedia o la transmedialidad es:

– Un sistema narrativo complejo, dinámico y abierto, multifactorial y multivariable.

– La fórmula narrativa de las distintas revisiones de la modernidad (hiper, trans y modernidad líquida o gaseosa).

– Una narrativa conectada, colaborativa e inmersiva que redefine la relación sujeto-objeto.

– La narrativa surgida a principios del S.XXI a raíz de la convergencia mediática que conlleva la modificación de las fórmulas productivas y organizativas de la sociedad.

¿Os han convencido estas definiciones? ¿Sí? ¿No? ¿NS/NC? ¿Tampoco me importaba tanto…? Pues debería. Un saludo. En otra entrada profundizaremos sobre las repercusiones de estas definiciones.

Extracto de la Lección: «La transmedialidad, una nueva gramática para el sujeto complejo», publicada en el Portal de la Comunicación_InCom, de la Universidad Autónoma de Barcelona en mayo de 2012 (ISSN 2014-0576).