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Ara Ferrero

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Aferrarse a la historia

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«Internet es tan grande…». Hace una semana recibí un correo de Xavi Fontana invitándome a un café con él y el director de Invisibles, Gustavo Palacios. Internet es, en efecto, muy grande, pero hemos coincidido en un espacio compartido por el interés en la webserie, y más allá de esta, en la búsqueda de otros formatos de narración y producción audiovisual. Confieso que llegué a ese café con tanto interés como perspicacia ya que, a pesar de lo atractivo de la idea (un thriller internacional, bilingüe, con actores maduros, en el panorama actual de la webserie), Invisibles no es un producto transmedia.

Palacios, director y guionista, insistía sin embargo en el potencial colaborativo de su proyecto: le interesa, tanto a él como a Fontana, «el hecho físico de poder hablar». Comenzó su primera temporada adaptando la producción _y por lo tanto, la trama_ de Invisibles a las circunstancias que les surgían. Llegar a Estambul y rodar en las localizaciones que un equipo desconocido, contactado a través de un primer email, había seleccionado. Con actores que nunca habían ensayado con Fontana, en un inglés mal hablado a propósito, el inglés del turista y del comerciante.  Un viaje sobrevenido a Buenos Aires ha determinado la trama de la segunda temporada.

Del mismo modo, los recursos determinaron el formato, como en la mayoría de las webseries, pero también les atraía la inmediatez y la prolongación de la vida del producto, algo que muchos hemos ido descubriendo casi de manera empírica. A Invisibles no la condiciona, por ejemplo, el jurado de un festival de cortometrajes, pero tampoco la posibilidad de un contrato con una marca, o una TDT, como a otros productos de Internet. Sin embargo, la inmediatez les ha llevado a 4000 descargas en Vodo.net y a mantener una conversación constante en Twitter con un número de seguidores creciente, y hablan de ello con algo de vértigo.

Percibí también cierta aprensión por parte tanto de Palacios como de Fontana a la narración multiplataforma. Palacios habla, casi de manera obsesiva, de «aferrarse a la historia en un tiempo que niega la narración». Que tanto Fontana como yo respondiéramos «¡The Artist!» al momento de oírle hace pensar que, como poco, esa obsesión por la idea de la historia es compartida.

Comprendo el miedo a perder el control de la historia usando transmedia. Es un miedo que resulta bastante común en otras producciones. Probablemente, quienes hemos empezado a hacer transmedia desde la narrativa audiovisual monoplataforma vemos las iniciativas de marca con cierto prejuicio hacia eso que muchos llaman despectivamente hacer lo del marketing; pero el hype alrededor de la narrativa multiplataforma engorda ese prejuicio.

Yo no pretendo decidir qué es narrativa transmedia y qué no lo es: bastante tengo con arreglármelas para saber qué es narrativa y qué no. Pero creo que se podría especular con qué transmedia sería útil para un producto Presupuesto Cero como Invisibles, o cómo agarrarnos a una historia con más de una mano.

A través de los viajes

Si Gustavo Palacios habla de cuán determinantes son los desplazamientos para el desarrollo de Invisibles. Mi primera sugerencia sería trabajar con esos viajes: ofrecer un mapa con el itinerario de la aventura de Daniel, el protagonista de la serie, que además de funcionar como asiento narrativo para el espectador, sirva como elemento estético e imagen de la serie.

Sin embargo, no les aconsejaría mapear la historia utilizando herramientas como Google Maps en crudo, sino generar imágenes con estos e integrarlas en otras dentro del blog de la serie: la pérdida de interactividad que conlleva se equilibraría con un mayor control estético sobre el mapa  que se acercara más al género negro de la trama. Narrativamente hablando, el itinerario de Daniel (y también el de los creadores) tiene más que ver con la impresión de extrañamiento que con «descubrir» lugares. Como en todo producto de larga vida, nunca puedes saber en qué devendrá, y si una marca de turismo se interesará por patrocinar a Daniel, pero no es esta estrategia de venta la que tengo ahora en mente.

 

Información adicional

No soy aficionada al noir, y por lo tanto suelo hacer un esfuerzo extra cuando veo este género. El thriller ataca directamente a la razón, al menos mucho más que a la empatía de otros. Jugar con los datos siempre será agradecido por seguidores tangenciales como yo misma, y ofrece la posibilidad de la ampliación narrativa: los fans de The Wire han hecho wikis (y también mapas), pero Invisibles llama al relato. Una reflexión curiosa, pues ambos productos comparten género y tienen muchos puntos estilísticos en común.

Es habitual en la teoría narrativa dividir las series en productos de trama o de personajes. Invisibles se decanta claramente por la primera, pero la posibilidad de profundizar en los datos, si se hace en forma literaria, nos permite también aprovechar a los personajes. Aprovechar es un término que los creadores de Invisibles utilizan a menudo: aprovechar los viajes, aprovechar los actores, aprovechar material para crear un vídeoclip. Profundizar es también aprovechar los recursos narrativos y darles una vida diferente. Podríamos especular con la posiblidad del relato colaborativo, pero las acciones participativas se construyen paso a paso, igual que las comunidades, y eso, en Invisibles, está actualmente en pleno proceso de construcción. Si quieren explorar el relato participativo, el equipo de Invisibles tendrá que empezar por el relato a secas.

 

Desaconsejo multiplicar las plataformas en el caso de Invisibles, dado que sus recursos son limitados en todos los sentidos. Sin embargo, las opciones que yo he planteado aquí son una o dos de todas las opciones posibles: las he escogido porque permiten mantener el control sobre la historia, eso que a Palacios (y a muchos otros) le importa sobre todas las cosas.

 

(Invisibles ha comenzado su segunda temporada: puedes seguirla en Facebook, Twitter, y en su blog).

Especulaciones: Bendito Paladar

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Puedo presumir de que era fan de Bendito Paladar antes de que se convirtiera en el viral favorito de Florentino Fernández y, consecuentemente, en el programa estrella del canal católico 13TV (con spin of en Canal Cocina). Produce Abyana y conducen Sor Consuelo, Sor Liliana y Sor Beatriz. Las sigo con fascinación. Tras el recetario televisivo descubrimos un docushow: la vida cotidiana en un convento de clausura.

¿Es cualquier producto susceptible de crecer en modo transmedia? Sí. Absolutamente. ¿Es recomendable? Sin estrategia, nunca. Jamás. Pero en todo caso no debemos crecer en una única dirección ni al mismo ritmo. Bendito Paladar tiene unas características que podrían limitar su desarrollo transmedia, pero a la vez son las mismas que lo hacen orgánico y, por tanto, susceptible de desarrollo. Su presentación narrativa en dos niveles, recetario y docushow, es una de ellas. Las personalidades de Liliana y Beatriz, que como poco despiertan curiosidad, es la otra.

Abyana ya ha desarrollado una estrategia de comunicación para el programa basada en Facebook, con una red de fans mucho menor que los de su zapping en Tonterías Las Justas, pero muy fiel. El programa acaba de concluir su segunda temporada y su equipo continúa centrando la estrategia en la personalidad de las dos monjas, a las que los fans envían dudas y mensajes personales. El público mayoritario del programa hace suyo el carisma católico, pero descubrimos también seguidores para los que lo religioso no es relevante, aunque sí el diálogo. Quieren conocerlas. Una estrategia transmedia de Bendito Paladar habría de pasar necesariamente por la desvirtualización. Tendría que girar en torno a Liliana, Beatriz y sus compañeras.

Y ahí radica la primera dificultad: la Santa Regla.

Hay que matizar que el concepto de Clausura no es el mismo en todas las órdenes y que cada convento constituye una comunidad con autonomía dentro de las Constituciones Generales. Sor Liliana y Sor Beatriz nos han contado ya que su orden, como muchas otras, les da vacaciones cada pocos años para que visiten a sus familias. Otras monjas de clausura escriben blogs personales donde demuestran que, a pesar de la vida retirada, no se les escapa una. Pero las franciscanas de Segovia, de momento, no tienen Internet. Su interacción con los fans que les piden recetas, trucos, e incluso consejo espiritual han de ser, necesariamente, canalizadas a través de las communtiy managers del programa.

Eso conlleva un cambio en el ritmo del social media habitual de los programas de TV. Pero en este caso la inmediatez no aporta nada.  Entendemos la interacción con el fan al ritmo al que Twitter nos ha acostumbrado, pero ni Twitter ni Facebook son las únicas redes sociales.

El programa aún no tiene galería de fotos (tampoco en su página Facebook).  Dada su vocación más allá del recetario, y los primeros pasos que ya están dando con los making of, Flickr parece una opción natural:  por la audiencia curiosa y porque otorga libertad a las monjas para compartir aquello de su vida diaria que no cubre el show, según su criterio personal y a su ritmo.

De hecho, el primer producto transmedia de Bendito Paladar ya existe y es un libro: Delicias celestiales. Las autoras lo presentaron en rueda de prensa en su convento de Segovia. No sé si las monjas desearían un encuentro más cercano con sus fans, pero hasta Isasaweis se hizo un apartado de correos para que le enviaran manualidades. Y el papel y el bolígrafo, de momento, no se han extinguido.

Pensaba en una iniciativa similar al Postcrossing para los fans que quisieran escribir al convento de Segovia. Postcrossing proporciona a sus miembros el valor de la sorpresa: no sabes quién te va a enviar postales ni desde dónde. El soporte es el premio, y la comunidad el añadido. En este caso, la postal puede convertirse en valor para Liliana y Beatriz, una retribución de sus fans, con el añadido de la comunicación directa.

En realidad, toda la estrategia transmedia propuesta aquí pasa por la desvirtualización y la incorporación de elementos de comunicación tradicional. Lo cual, bien pensado, tiene mucho que ver con el tono del programa: cocina tradicional, realización sencilla y audiencia familiar. La existencia de una red social pasa por construir la comunidad, no por Internet. Se puede tener una red social sin la segunda pero no sin la primera. Aunque, si los beneficios del libro están siendo destinados directamente a la restauración del convento donde viven, el de las Franciscanas Concepcionistas, me pregunto por qué nadie ha hablado a la abadesa, Sor Consuelo, por el crowfunding. Este también estaba inventado antes de Kickstarter: si lo sabrán en los conventos.

 

Especulaciones: alargar lo corto

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Hace un año publiqué aquí el post breve Juguemos, dedicado al cortometraje. Había terminado la secuenciación y diálogos del corto Canción para principiantes, de Carlos Campillo. A la vez había empezado a colaborar en NT, por lo que propuse al director generar una pequeña estrategia transmedia. Creé el blog Barnabocatas, que amplía la trama e introduce un personaje nuevo, un narrador-testigo. Además se proponía como una anti-guía de bares, ya que el guión se desarrolla en la taberna más cutre de Barcelona, de la circulación del cortometraje una vez estrenado. Me dejaron asumir el riesgo de hacer publicidad precisamente criticando, pero el mercado del corto te permite ir a la contra. En gran medida, el corto es todavía el único medio donde la contestación se convierte en marca.

Y ahí se ha quedado el blog, esperando que el corto acabe de salir de la sala de montaje.

No le falta razón a Gonzalo Martín cuando me insiste en que no entiende el corto, en cuanto producto, en el panorama audiovisual presente. Y sin embargo yo acabo de dirigir uno. Con 2oo euros, un guión de tres folios y sin más remedio que pedirlo todo prestado, no podía arriesgarme a crear un universo serial y dejarlo colgado a los dos capítulos y medio. Mi historia empieza y termina en cuatro minutos y 28 segundos.

Hace cinco años la estrategia de distribución de los cortometrajes pasaba por los festivales, Canal Plus y algún bar. Tras la aparición de Youtube, muchos productores empezaron a difundir directamente. Algunos hablan del efecto Notodo: cortos más cortos, más sencillos pero más contundentes dramáticamente, y de fácil viralización. Yo no me atrevo a definir todo el panorama (ni siquiera todo el archivo Notodo cumple el efecto), pero en todo caso los cortos ya no son «películas en pequeñito» sino el reflejo de un paradigima audiovisual más amplio. Y puede que hoy, la estrategia de difusión de un corto suponga convertir el corto en otra cosa.

En el caso de este último, la estrategia es pasar por la desvirtualización antes que por Internet. Tampoco es del todo mía: el equipo empezó a bromear con la idea de una secuela a la vez que empezábamos la (todavía casi inevitable) ruta de festivales. Surgió la posibilidad de buscar el argumento de forma colaboraitva, algo que no es nuevo ni de lejos. Pero no hemos utilizado Internet como plataforma, sino esta postal. Va incluida en los DVD que distribuimos, y la hemos repartido entre los asistentes de los tres festivales que llevamos.

En ese momento, les estamos llenando los bocadillos

Es precisamente el carácter artesano y casi familiar de este juego lo que me atraí: buscar el fenómeno, la viralización, puede funcionar (o no) pero petarlo no estuvo nunca en el plan. Siempre hemos sido conscientes de nuestras expectativas: sencillez, brevedad y resolución.

No queremos miles de propuestas argumentales sino  crear una comunidad pequeña, de la que recibir un feedback rápido, plantear una propuesta a nuestra vez, y, tan importante o más, consolidar una red de colaboradores. Personas con una visión similar, ganas de rodar y tan escasos de medios como nosotros hace cuatro meses. Como objetivo secundario, la posibilidad de convertir el trabajo de partida en algo mayor. Pero de cumplirse éste, cada etapa del proceso creativo tendría que incluir nuevos elementos cruzados: no tendría sentido crear el producto y luego «buscarle algo transmedia».

Transmedia como retribución

Por otra parte, en un contexto como este, siempre se deja en el aire la cuestión remuneratoria, cuando no se da por hecho el trabajo gratis. Y no es verdad: trabajar sin sueldo no significa trabajar por nada.

Prolongar así la vida del proyecto puede suponer una forma de compensación para un equipo que madruga, no come o come bocatas de mortadela, gata coche y como mínimo invierte en nosotros varios fines de semana. Todo lo que lleve su esfuerzo más allá de una bobina o el catálogo de un festiv al es una muestra de respeto. Un refuerzo del carácter colectivo (y por ende, de comunidad) de cualquier obra.

Del mismo modo, antes de llevar a cabo cualquier actividad colaborativa, conviene tener clara la compensación. Juego significa recompensas: no darlas al buen jugador es no saber jugar.

En realidad esta simulación se basa en un sólo concepto: familia. Trabajar en pequeña escala sin buscar el hype, pero permitiéndonos explorar diferentes formas de desarrollo. Para que, incluso en el peor de los casos, el espíritu de «muestrario» quede manifiesto de forma integral y no sólo en un DVD.

 

 

Un amigo escribió un relato y sólo me ha traído esta estúpida camiseta

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Hace una semana escasa presenté un briefing transmedia que el director del proyecto calificó de garabato de dos folios, no porque le pareciera malo, sino porque no era un guión en Courier New como dios manda y además, había empezado por el final. Lo había hecho al revés.

Más o menos el mismo día  supe, a través de Javi de Ríos, de la existencia de Pompas de Papel. Aquí tienen su presentación, y aquí una selección de sus camisetas:

No son los primeros que venden camisetas literarias. Lo que me ha llevado a dedicarles este post es que, en este momento en que la narración multiplataforma se utiliza, fundamentalmente, para colocar un producto tradicional en mercado, ellos también han hecho el camino al revés.

Pompas de papel no hace camisetas para vender libros (lo cual estaría muy bien), ni tampoco para vender su propia marca de diseño (lo cual también estaría muy bien). Pompas de Papel quiere hacer literatura. Difundir literatura, concretamente, y literatura hiperbreve siendo específicos. Y han pasado (casi) de la convergencia digital para imprimir, y vender, las obras que seleccionan en camisetas. Es cierto que no sólo venden camisetas con hiperbreves, y que además diseñan para otros. Pero su colección principal, en torno a la cual están desarrollando, además, un minucioso trabajo de comunidad, es esta que ven.

¿Y qué ventajas le veo yo a esto? Fundamentalmente que han conseguido algo que yo, que llevo unos meses queriendo converger productora transmedia, todavía no he cuadrado: un producto controlable. La originalidad es importante, sobre todo si quieres presentar tu producto en la Red, pero si no eres Sony más te vale concentrarte en algo que puedas sacar adelante tú solo y en un plazo de tiempo que no te coma la moral además del presupuesto. Las camisetas son suyas, el diseño gráfico también: los relatos no todos, pero también han conseguido otro logro con ello, el contacto directo con los escritores.

Trabajo con un compañero, ilustrador, con el que quiero sacar adelante un proyecto personal. Hemos hablado de crear una versión camisetera de sus dibujos, pero fue una idea a posteriori, como casi siempre que pensamos en este producto. Esto lo habrá dicho más de uno: «además podemos sacar camisetas» (y quien dice camisetas dice calendarios o todo el catálogo de Café Press).

Me preocupa la creciente identificación de transmedia con marca, en el sentido de que muchos parecen utilizarlo para vestir un producto audiovisual (spot, película, serie) o alargar su vida útil; y no como elemento del producto. Algunas obras transmedia que intento analizar aquí adolecen de esto, y resultan, como poco, inconsistentes. A eso me refería cuando decía que Pompas de Papel hace un recorrido al revés. La camiseta no es para luego, para el marketing (esta también es un clásico). Es un soporte más desde el que parir una obra. Y además, crea modelo de negocio. Lo demás no es transmedia. Es humo. O garabatos.

¿Qué hacemos con Facebook?

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Hace poco reflexionaba sobre la impermanencia como característica de Twitter. El twittero lucha para invertir la impermanencia _él o su mensaje_.  En Facebook ocurre lo mismo… y a la vez no. Porque Facebook, aun siendo efímero, se basa en dos puntos: el muro del usuario y, sobre todo, el círculo de amistades. La clave de la conversación es el nodo.

Muro de Facebook: cumpleaños, eventos de amigos, y más

Si se fijan un poco, aquí hay mucha información sobre mí

Mi wall de Facebook se parece mucho a la pared de mi despacho, donde ahora mismo estoy viendo una foto de mi perro, un calendario del maestro Hokusai, un poster de Star Wars, un corcho con recibos, otro poster de Star Wars, un template de Gary Hayes, otro poster de Star Wars, citas de Billy Wilder y volantes del médico. La palabra muro nunca se usó con más precisión.

Así que una vez nos hemos cansado de localizar a antiguos contactos, aplaudir memes y comprobar que nuestro ex comparte hipoteca con una más fea que tú, más aburrida que tú y muchísimo más tonta que tú; y que todavía somos más los que queremos quedarnos que los que se van de Facebook, ¿qué hacer con él?

Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué no hacer: FB no es Twitter, no es una red de blogs, ni es un foro, aunque comparta aplicaciones y rasgos con los tres. Por eso nos molesta tanto cuando aparece un «amigo» que responde a una marca (aunque tenga una perfil personal en vez de una página) y nos planta en el muro su última ocurrencia. Pero nos encanta que nos dejen un mensaje pocho o un vídeoclip con canciones sobre la lluvia. La acción es la misma, pero el de antes se olvidó de que Facebook es, por encima de todo, un patio de vecindad. Y que la clave para ser amigos, hasta amigos-del-Facebook, está en construir relaciones.

Se llama Luca

Eso es lo que hace en su muro Luca el zombi. Es una novela que se publica por entregas en su muro, como muchos otros experimentos literarios y series web. La diferencia es que los autores de Luca son conscientes de que ser social significa algo más que felicitar a tus fans por su cumpleaños (aunque no esté nada mal). Ser social es regalarles cameos en tus capítulos, por ejemplo. O lo que más nos gusta de Facebook, hacer concursos.  Que el premio de este último sea que no tú, sino tu idea salga en la novela.  Ya tiene mil seguidores.

Javier «Crudo» Gallego utiliza Facebook para crear comunidad con los oyentes de su programa en Radio 3, Carne Cruda.  Directamente, su perfil está en el área de Comunidades de FB, no de medios. El funcionamiento del FB de Carne Cruda es muy parecido al de cualquier perfil personal: vídeos, podcasts, sin importar el medio de procedencia ni las deudas con el grupo empresarial o la cadena madre que todavía aquejan a muchos informativos en TV. Y si se tercia enlaza a un blog que no podría ponerse a leer en sus dos horas de radio diarias.

Personalmente, sólo he utilizado Facebook como herramienta una vez: el cortometraje de animación (malogrado) La Estación de Las Voces, para el cual me pidieron el guión y desarrollé una estrategia social basada en FB. Durante el tiempo que duró la preproducción, y hasta que el proyecto se paró por iniciativa propia del director, fui publicando fragmentos del relato que había dado origen al guión, un diario de la escritura de este, anuncios, y las colaboraciones de amigos y conocidos que nos grababan sus voces para, en el futuro, integrarlas en el paisaje sonoro de la película. Lo que aprendí de la experiencia fue precisamente eso: si quieres que tu proyecto llame la atención, tiene que pasar a ser también algo propio de los amigos a los que has dado la brasa para que se hagan fans. Otra cosa es spam.

De hecho, este es el mismo motivo por el que me he enganchado al Zombie Lane. ¿Por su jugabilidad, por su sentido del humor? Podría ser, pero no (lean esta excelente review). ¿Porque es más social que Cityville, Farmville, Frontierville, Petsville o Fishville? Tampoco: es porque este es el que juegan mis amigos.

 

(gracias por la información de partida a Javier de Ríos: en el muro de su  Guía de concursos literarios hemos podido participar directamente en uno de estos, el Beso de Rechenna. De Ríos publica un seguimiento de los concursos que difunde (igual que en su web), actualiza los fallos y, si puede, publica los ganadores. Soy una de sus más de 7000 fans).

Los apuntes de la becaria

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Pues yo también estuve en el Transmedia Living Lab. Ya habrán leído casi todo. Llegué con algo de suspicacia, después de algún encuentro creado sólo para intentar vender algo, y salí feliz, con unos cuantos contactos desvirtualizados, otros tantos nuevos, varios prejuicios rotos, orientaciones creativas y unos apuntes que paso a glosar.

Perder el control [de la obra terminada] y perder el miedo a perder el control: lo más importante es la conversación. Lo dijo Haritz Rodríguez.

The thin blue line, documental de creación. Me lo recomienda Dani, de Producciones en Tren.

Construir universo, frente a la creación alrededor de personaje. Mencionó estas cosas Jordi Salvat, hablando sobre MON3XL (y a esto le pongo algunas pegas…). Y fue el primero de la mesa en presentar la participación del usuario vinculada a la experiencia del juego: eso que la gente de ARSGAMES me ha enseñado que se llama gamificación, y de lo cual tuve ocasión de charlar con Jesús Fabre, uno de sus miembros.

Transmedia es un suceso: algo que está pasando. Pero al final, a todos nos suenan algunas caras… porque salen en la tele. Dijo Gonzalo Martín mientras analizaba El Plan B, el proyecto musical de Carlos Jean. Lo cual conlleva un riesgo de generación de expectativas muy peligroso para los independientes, los lowcost, los que como yo no tienen plataforma donde caerse muertos (esto último lo charlamos, otra vez, Mercedes Ramírez y yo en uno de los cafés). Pero no me hagan caso y vean su presentación aquí mismo.

Allison Norrington comenzó a hablar de novela transmedia citando a Mad Men, por la noticia de sus cameos en L.A. Noire (pero podría haberlo hecho por casi todo su contenido extra: portfolio de SCDP y coctelería incluidos). Su concepto generation C corresponde tanto a collaboration como a content, pero incluye otra C: control. Me prometo leer, sí o sí, su novela Cathy’s book: Norrington pasó de consumir transmedia a hacer transmedia. Y aconseja tener a mano esto.

Para no perderse por el camino

Participación. Pero también narrativa (unlocking storytelling): el eje del producto es la historia, no el medio. Gestar un mundo, conocer a tus personajes, desarr0llar una estrategia que permita crecer a tu historia, y al mismo tiempo, conocer a tus consumidores. Conquistar la sencillez. Ser auténtico. Esperar la sorpresa… y no ofender la inteligencia del público. Total nada.

Mercedes Ramírez, presentando un proyecto transmedia a coste cero, aconsejaba integrar plataformas para ahorrar costes. Porque no todo es gratis: ni el tiempo ni el dinero, continuó Montecarlo en su presentación, que también tiene post propio. Él también insiste en dejar escoger al usuario: la inmersión es elección suya. Él decide cuándo, y cuánto, meterse. Y nos recuerda que no todo relato transmedia tiene que tenerlo TODO. «Como si fuera una gymkana […]. Movernos en el terreno del juego». De nuevo, gamificación. Y comunidad.

Crowfunding es también comunidad. Pero no es una tienda. Por si acaso, nos lo recordó Jonàs Salas presentando Verkami.

Evolucionando de serie a marca; y buscando, mientras, compañeros de viaje. Nos lo explicó Antonio L. Sánchez, coordinador de guión de Jelly Jam. Buscando compañeros, José Feito y su equipo de Xperimenta Planet han acabado en Canadá. Jelly Jam encontró su marca en el sonido: The Crows en los social games. Y se abre un debate: ampliar universo ¿es necesariamente transmedia? Apunto que sí lo es, en la medida que es puerta de entrada a una historia y, frente a la mercadotecnia tradicional, implica la identificación.

A los niños no les gustan las imitaciones. Y conocen el poder del juego, y el poder de las relaciones. Rebecca Denton nos recuerda todo eso y más: que los niños son narradores natos, que ponen nombre a sus juguetes y cuentan su biografía.

Are you ready?

Equipo pistacho mostrando sus cartas

Dejo para el final las dos sesiones de campo. Karinne Halpern nos presentaba su taller TransmediaReady partiendo de su propia experiencia creativa: «quería romper el muro […] así que me compré un iPhone y me fui al extranjero». El taller explora las etapas de creación de un proycto transmedia como si fuera una baraja del juego de Las Siete Familias.

Los tres proyectos que surgieron teníamos en común un enfoque de implicación directa del usuario (¿qué harás tú?), historias gamificadas, y la catalización de experiencias desvirtualizadas. Dos eran proyectos educativos, y el mío, partiendo de una serie de ficción, abría una rama en las escuelas.

De hecho, el Lab, como experiencia formativa, ha sido en sí mismo todas estas cosas: una experiencia desvirtualizada, una inmersión en la red social (hemos pasado de la tarjeta a agregarnos), un ejercicio narrativo (muchos, en realidad), y un juego. La historia continúa mientras preparamos el segundo.

 

 

¿Qué hacemos con Twitter?

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Llevo tuiteando un par de años. Al contrario que otros usuarios a quienes sigo, no tengo un perfil como twitera, del mismo modo que no lo tengo en mi blog personal.  Puedo usar mi cuenta para transmitir una alerta, indignarme, hacer un chiste, seguir un hashtag o pedir material para un corto. Twitter me ha resultado muy útil profesionalmente, pero más aún como creadora:  es lo que una de mis usuarias favoritas define como jugar a twitter. Una competición de creatividad espontánea, comunitaria y efímera. No sólo tienes que ser breve o imaginativo sino rápido. Ganarás followers, serás retuiteado, gracias a tu ingenio. El premio del twitero es perdurar.

Hace unos posts surgió una interesante discusión sobre el uso de twitter como herramienta transmedia. Confesaba yo que ninguna de las iniciativas que he seguido hasta ahora me convence del todo, a pesar de que creo que twitter es la red social más creativa a día de hoy. Y, tal como dije en mi comentario, creo que no tenemos en cuenta su carácter efímero.

La también efímera Dollhouse utilizó, tarde, Twitter como plataforma viral. Uno de sus secundarios, el senador Daniel Perrin, fue filtrando unos memorandos de la Corporación Rossum _donde transcurre la trama_ a lo largo de la segunda temporada. Como casi todo en Dollhouse, el twitter de Perrin se quedó a medio camino y no sirvió para salvar la serie. El experimento duró un par de semanas y Mutant Enemy apenas ha dejado rastro de lo que, a mi parecer, fue una de las aportaciones más interesantes de la serie, precisamente porque tenía en cuenta la rapidez de twitter y porque estaba vinculado al personaje y no a la trama de ningún episodio.

El Twittersodio de Community

Lo  más común, en las relaciones twitter-televisión, suele ser precisamente lo contrario. Utilizar twitter para que, precisamente por su ligereza, se puedan dar pistas sobre misterios sin que se note demasiado la fuente. O desarrollar la trama a través de una cuenta.

Community promocionó su segunda temporada este año acuñando la palabra twittersode para su première. En realidad se trataba de un previo de los personajes de la serie, a la expectativa de lo que se les venía encima en los próximos episodios. Asistimos a una auténtica conversación, que es lo que, en definitiva, es twitter.

Detalle del último twittersodio de El Barco

 

Los twittersodios de El Barco, simultáneos a la emisión de cada episodio, han ido en una dirección similar, pero vinculados a la trama. Los personajes la comentaban a la vez que sucedía.  Alguna vez introducían información, pero no mayoritariamente. El hecho de que además promovieran como único hashtag #elbarco me provocó más confusión que otra cosa, aunque no parece haber sido un problema para los 14234 followers de la cuenta oficial de la serie.

Sin embargo, yo sigo teniendo reparos a vincular twitter a la trama para crear contenidos transmedia. La inmediatez de la que hablaba, pero también todas sus posibilidades creativas, me llevan a relacionarlo directamente con el personaje, como intentaron hacer en Dollhouse y como desarrollaron el twittersodio de Community.

En realidad, muchos twitteros a los que sigo son más personajes que micro-bloggers. Y si, además, los personajes del Estrella Polar estaban precisamente jugándose el pellejo dentro del velero, ¿por qué elegir la hora de emisión para hacerles tuitear? Si de lo que se trata es de crear Trending Topic, los fans de la serie demostraron hacerlo de maravilla al modo ¿tradicional? comentando en directo. Lo cual también es contenido transmedia, colaborativo, y como el propio twitter, espontáneo.

#yoconfieso que soy fan de Felipe y Letizia, la miniserie de Telecinco que pasó der ser un drama romántico a vodevil chanante a twittazo limpio. No encuentro un  ejemplo mejor de cómo la participación muta un producto, y más aún cuando el producto original no tenía vocación transmedial alguna (aunque el «milagro» se quede en lo creativo, porque los resultados no variaron gran cosa). En este sentido tenemos una posible respuesta a la pregunta que me hacía al principio: ¿qué hacemos con Twitter? Probablmente, no podremos hacer ni más ni menos que lo que quieran los twitteros.

Modo texto

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Es una teoría-guadiana de la Red: “la tecnología acabará con la lengua escrita” “No, actualmente se lee más que nunca”… y eso sin echar mano de cómo los readers matarán la industria editorial. Todos lo hemos presenciado, tuiteado y posteado lo bastante como para no volver ahora sobre el tema. Estos son unos pocos ejemplos de los nuevos usos de la literatura en experimentos multimedia y nuevas aplicaciones.

No he tenido tiempo todavía de probar Quilliant.com, una red social específica (¿vertical?) para escritores. Pone en contacto a sus usuarios con otros afines por obra o género. No “innova” sobre el concepto de taller literario, pero facilita, además del encuentro, varias vías de exposición de la propia obra. Sin embargo, no es una ventana de publicación: los usuarios pueden corregir in situ, ofrecer alternativas de expresión y marcarte las faltas de ortografía.

Captura de "la vuelta al mundo en 80 cuentos"Gracias a @RomeroCalero supe de La Vuelta al Mundo en 80 Cuentos. Es un experimento de la plataforma de profesores EducaConTIC y lo mejor que tiene es su sencillez: un mapamundi público en Googlemaps con enlaces a sus historias más populares, fragmentos literarios o, como en el caso de Guinea, a la canción de la película Kirikú y la Bruja.

A finales de septiembre se lanzó Haiku Hero, juego online, independiente y gratuito para PC consistente, tal cual se llama, en hacer haikus. No sólo hay que ser un poeta inspirado y saber inglés: el reloj corre en contra del jugador.  Y el nivel de dificultad se incrementa al tener que incluir palabras por obligación como “magazine” en versos de… cinco sílabas. Es más sencillo de lo que parece a primera vista, y altamente adictivo.

Juzguen ustedes mismos sobre la buena o mala salud de la palabra escrita. O sobre su calidad, que es otro debate intermitente.

Esto es kendo (y2): hipervínculo, hipermedia y libro dentro de libro

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En el post anterior traté de describir el proceso y las decisiones que me llevaron de hacer una traducción de uso interno a reeditar el manual completo utilizando hipermedia. Dejé para hoy los diferentes capítulos.

La primera parte de This is Kendo trata sobre historia y conceptos: con ella usé mapas y entradas de referencia. La segunda parte, dedicada a las técnicas, requería una aproximación diferente: una vez descrita e ilustrada la técnica, no es necesario ampliar texto. El recurso que necesitábamos era, obviamente, el vídeo.

Esto es kendo
Esto es kendo

En ambos casos el problema principal era el criterio de selección. Cada vínculo tenía que ser cotejado: las fuentes debían tener un reconocimiento similar al de los autores o no habría diferencia con las addendas amateur que yo misma decidí no incluir. Obviamente, un mapa de las prefecturas de Japón de Wikimedia no deja espacio a la duda, pero con la Batalla de Sekigahara surgían al menos tres problemas:

¿A qué fuente llamar?

¿Escoger el idioma inglés (¡o japonés!) cuando estamos traduciendo al español?

Y sobre todo: ¿conviene enlazar o no la referencia? Un exceso de enlaces podía convertirse en ruido.

La primera pregunta se resolvió utilizando una fuente genérica (Wikipedia) para las referencias genéricas: mapas y periodos históricos. Si el artículo de Wikipedia en español estaba wikificado, se prefería a la entrada en inglés: después de todo cada entrada en español refiere a la correspondiente inglesa. En caso de no existir la entrada, se utilizaba el artículo en inglés.

Para las referencias específicas, nombres de personalidades, armas, y escuelas marciales antiguas, busqué un repositorio específico. Afortunadamente, desde hace años existe Samurai Archives, un proyecto colaborativo sobre Historia del Japón que tiene su propio wiki. Precisamente, acaban de protestar en Twitter del trasvase de sus archivos a Wikipedia sin acreditación: de nuevo el problema de la autoridad de las fuentes. No había resuelto el dilema del idioma, pero siendo los Archives la fuente más completa de la Red, preferí dar a los lectores la oportunidad de leer los artículos; y si lo necesitaban siempre podrían usar un traductor web.

El caso de las personalidades requería otra reflexión: es básico para un kendoka saber quién era Miyamoto Mushashi, pero no Suiko Tenno… aunque por el mismo motivo es mucho más probable que los lectores de este libro sepan ya lo primero y no lo segundo. Para no saturar limité las referencias a un enlace, salvo en nombres fundamentales.

Vídeo

El problema de la autoridad de la fuente se manifestó de verdad con los vínculos a vídeo. Hay 9000 entradas en Youtube con el descriptor «kendo». El trabajo consistía en evaluar técnicamente la imagen y la calidad de la ejecución del ejercicio. Afortunadamente, hay dos documentales disponibles legalmente en el tubo: la serie producida por la Federación Japonesa, máximo organismo del kendo (y actualmente descatalogada); y Perfect Master, ella misma un producto multimedia: cinco libros y DVD dirigidos por Masashi Chiba sensei, maestro reconocido internacionalmente.

Como curiosidad, añadí dos documentos históricos rodados en los años 30 y puestos en la red por aficionados japoneses, sobre los últimos Décimo Dan: un grado que actualmente no consta en poder de ningún kendoka.

Lamentablemente, por cuestiones de derechos no pudimos incluir ningún vídeo de la innumerable cantidad de cine y obras de ficción relacionadas con los personajes de este libro, tan sólo referencias editoriales y links IMDB. Una falta que espero no sufran otros proyectos en el futuro.

Libros dentro de un libro

Y esto también
Y esto también

La bibliografía original de 1964 tuvo que ser ampliada y revisada, al no existir ni siquiera copias disponibles de algunos libros previos a la Segunda Guerra Mundial. Me encontré ahí con la sorpresa de que otros dojos (escuelas) de Europa habían intentado recopilar algunos de estos textos y traducirlos: The Kendo Reader, disponible gratuitamente en la web del centro Yaegaki-kai de Bruselas, es una traducción del primer manual moderno, publicado en 1939.

De esta manera, con algunas referencias no enlazamos entradas, sino obras completas disponibles en línea. El caso del profesor Eduardo Camps, de la Universidad Central de Venezuela, o de obras literarias de dominio público: Kojiki, el equivalente japonés al cantar de gesta. Y nuevamente la dificultad de la autoridad: decidí no incluir las versiones en línea del Libro de los Cinco Anillos, el texto canónico de la espada japonesa (1645), al no tener ninguna de ellas referencias de traducción (en algunas ni siquiera figura el traductor). Sin embargo, la edición clásica en papel goza de confianza y es perfectamente asequible.

Por último, quedaba por decidir cómo volcar toda la información hipermedia al papel. El procedimiento fue tan sencillo como convertir las referencias a direcciones fáciles de recordar utilizando tinyurl: tinyurl.com/prefecturas, tinyurl.com/kojikiESP.

Los formatos en los que hemos decidido distribuir el trabajo son PDF y EPUB, para abarcar todo el espectro ordenador-ereader-tablet. Se ha hecho una tirada limitada en papel y DVD conmemorativa del Campeonato de España de Iaido 2010, para regalar a nuestros profesores; y queda por resolver si la distribución del trabajo será proactiva o reactiva; algo bastante complejo, teniendo en cuenta que hablamos de una obra que no tiene compromiso de publicación en España, y cuya última edición original data de 1989, sin que haya vuelto a reimprimirse. ¿Querría algún organismo secuestrar el trabajo, o por el contrario, serviría para que una editorial decidiera hacerse cargo de este trabajo, una vez hecho pro bono?

En cualquier caso, si haces kendo y deseas un ejemplar para tu escuela, puedes dejarme tus datos.

Créditos: fotografía superior cedida por Gerardo Amechazurra.

Esto es kendo

5 comments

En posts anteriores se han reseñado ejemplos de uso de transmedia en obras impresas. Lo que sigue es una reflexión sobre una experiencia directa y el proceso que me ha llevado de una traducción al español a una edición hipermedia.

Esto es kendo
Esto es kendo

This is kendo (1964) es el primer manual contemporáneo en inglés sobre esgrima japonesa, que practico desde hace algunos años. La oportunidad de traducirlo surgió para conmemorar un Campeonato Nacional cuya organización ha recaído en mi escuela, ya que ni uno de los textos fundamentales de la disciplina tiene versión en español.

En principio se trataba de compensar la falta, convertir un texto en inglés, y maquetarlo adecuado al uso por estudiantes y profesores. La idea de ampliar el contenido utilizando hipertexto surgió de la primera dificultad al traducir: el texto tiene 46 años y los campeonatos, el arbitraje, y sobre todo la forma de enseñar han cambiado.

La traducción se convirtió entonces en edición, y por la necesidad de incluir actualizaciones de referencia, pensé directamente en multimedia: pude haber ampliado yo misma los epígrafes, pero una dificultad del trabajo era conciliar la puesta al día con el respeto por el original (y ya saben, por partida doble si hablamos de arte marcial, budo, senseis y esas cosas). Lo más apropiado era referir con materiales rastreables, reconocidos, y que pasaran a formar parte integral del propio texto, pero identificados como parte de la edición.

Y esto también
Y esto también

Quizá resulte pretencioso hablar de este trabajo como de un proyecto transmedia (háganse cargo, es el primero que edito). De entrada, no se trata de literatura sino de divulgación. Tampoco tengo clara la diferencia entre Transmedia y el «primitivo» concepto de Hipermedia, que es donde enmarcaría esta edición: hablamos de una obra ampliada, no una obra de la que deriven otras (de esto precisamente trata este post).

Y éste ha sido precisamente el problema principal del trabajo: la imposibilidad de derivar obra para ampliar capítulos. La traducción, por supuesto, está restringida al uso interno de las escuelas de kendo del Estado, gratuitamente, con licencia CC y condicionada a que alguna editorial rescate la última edición, de 1989, y la ponga a la venta en español. Pero está el problema del control de los derechos; y por otro lado, la propia autoridad de los creadores, dos de los esgrimistas más importantes del s. XX. Los límites de la derivación parecen menos definidos, y sobre todo menos flexibles, que en otras obras de creación.

El libro consta de dos partes, una de aproximación histórica y otra técnica. El tipo de material que cada una necesitaba era diferente, aunque de los criterios de selección hablaré en un segundo post si ustedes me dejan.

Créditos: las fotografías han sido cedidas, respectivamente, por Gerardo Amechazurra y Carlos Sanz Ramírez.