Aquí tenéis el enlace a los videos de las ponencias, mesas redondas y pitchings del Cross Video Days 2012.
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Modelos de negocio
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Aquí os dejo el enlace al resumen de la reunión de TEN (Transmedia Europe Network) que tuvo lugar en el pasado Festival Internacional de Cine de Rotterdam.
Es la versión traducida del post sobre Transmedia Europe Network de Rotterdam, publicada originalmente en el blog de Filmin.
«El transmedia no es sólo ficción, por si había dudas»
El geocatching
Hace meses que comentaba con Gonzalo Martín la existencia de Geocatching.com, una página web, una comunidad, global, un juego de búsqueda de tesoros al aire libre, un videojuego en el mundo real. Los jugadores intentan encontrar contenedores ocultos, llamados geocachés, utilizando dispositivos GPS y, al mismo tiempo, comparten sus experiencias online. En cifras, podemos decir que hay 1,488,800 geocachés activos y más de 5 millones de geocachers o usuarios en todo el mundo. Traduciéndolo al transmedia, tenemos:
- Una comunidad de más de 5 millones de usuarios, fans, existente on y offline. Un mundo, al que pertenecer, un mundo donde sumergirnos, que nos rodea.
- Un juego, muchos juegos posibles, básico si queremos incentivar la acción de nuestros prosumidores. La acción no surge sola, hay que motivarla.
- Un premio, un cache, experiencias, una para cada usuarios, pero siempre compartibles y generadoras de comunidad.
- Un escenario tan grande y diversificado como es el globo entero. Allí donde llega una persona, llega un cache. Desde una cima inaccesible hasta el portal de tu casa, o la parte antigua de Cáceres, por ejemplo.
- Insights que construyen en positivo, que rodean-envuelven nuestra experiencia y beneficiarían a las marcas que se implicasen: la experiencia, el medio ambiente, la naturaleza, lo compartido, lo tangible, la vida sana, el viaje, lo cultural e intercultural…
- Y, cómo no, la interacción entre online y offline, entre virtual y real (si es que alguien sigue encontrando separación), entre la tecnología y nosotros, entre nuestras herramientas (GPS; móvil…) y juegos tan tradicionales como es la simple búsqueda, búsqueda de tesoros más por ser buscados y encontrados, que por su valor propio. More: Read the rest of this entry…
En contra del «buzz» y en favor del inversor: conclusiones del think tank de Power to the Pixel
4 commentsPower to the Pixel, probablemente la organización más conocida para la exhibición y promoción de proyectos de entretenimiento de la era digital ha publicado las conclusiones de su think tank con practicantes de lo que se está llamando transmedia.
El documento repasa aspectos como el problema de las definiciones y conceptos, la forma de desarrollar esta narrativa, el desarrollo de la involucración (engagement) de los usuarios como clave, además, para la obtención de financiación especialmente cuando se involucra a marcas, la captación de esos dineros, las capacidades y habilidades necesarias para llevar estos proyectos a cabo y, finalmente, algunas ideas para conseguir que este género despegue.
A destacar: se aspira a poner fin a la confusión terminológica que suponen las palabras crossmedia y transmedia para vindicar su uso indistinto. En citas literales, «no por usar internet se está frente a algo transmediático» o no se trata de hacer «un check list de medios: Twitter, Facebook, página web..» sugiriéndose un equilibrio adecuado de la tecnología y no la tecnología por la tecnología.
Narración y vinculación de los espectadores son elementos comunes. Un representante del National Film Board de Canadá pide a los creadores que sean capaces de describir la experiencia de usuario en una única página. Se pide que el movimiento entre distintas plataformas y usos no sea forzado sino que surgen razones urgentes para que quien sigue la historia encuentre la necesidad de moverse entre ellas.
Se propone revisar la vieja idea de «autor» como «director genial, visionario solitario», una imagen «fuertemente incardinada en la cultura cinematográfica, especialmente en Europa». El grupo de expertos considera que esa visión de la autoría es un mito, pues la creación de películas siempre ha sido un proceso colaborativo.
Para buscar la viabilidad comercial, se señalan simultáneamente los problemas de medición de audiencias junto con la importancia de los datos, datos que deben ofrecer visiones de lo que sucede que no se centren en la mera contemplación de la medición tradicional de los medios que conocemos por buscar indicadores del grado de vinculación y compromiso del usuario con la obra. Un aspecto que se reconoce difícil y poco conocido.
La financiación se reconoce como el aspecto más difícil junto a los conflictos de derechos. Para los distribuidores clásicos, el control es un problema esencial, para un anunciante la difusión es lo esencial. Se constata la carencia de historias de éxito y modelos claros que llevar al potencial financiador, con dosis de riesgo poco aceptables y retornos no claramente medidos.
Finalmente, se buscan planes de acción. Esas ideas se centran esencialmente en el intercambio de datos entre los practicantes de la industria, la educación al mundo de los medios sobre estas formas narrativas y ciertos soportes públicos de dimensión internacional para llevarlos a cabo.
Brian Newman (Springborad Media) ha participado en las jornadas de Power to the Pixel Lab y ha realizado una presentación sobre la evolución de los modelos de negocio. Es interesante destacar su apreciación de cómo el modelo tradicional es más fallido de lo que se quiere llegar a pensar.
Acepté la invitación a colaborar en Noticias Transmedia para aportar el único valor que poseo, honestamente: la perspectiva de una escritora analógica que empieza a integrar técnicas transmedia. Y en ese proceso, a veces, me surgen dudas sobre si utilizar transmedia puede ser lo más adecuado, cuando no directamente una equivocación.
Actualmente desarrollo formatos de programas (eso que llaman Development Hell). Las biblias en las que trabajo integran una o más secciones en red social, pero siempre basándonos en el clásico programa semanal. Creamos para un receptor que puede tener un papel más activo que hace cinco años, que incluso puede contribuir, pero ni el canal, ni el productor, ni los proveedores de contenidos, han considerado la posibilidad de que cada edición de los programas, cada capítulo, tenga una prolongación continuada en el tiempo gracias al relato transmedia.
No se trata de que desprecien la posibilidad, ni mucho menos. Pero para desarrollarla necesitan, sí o sí, alguien para hacerlo. O sea, hay que pagar a alguien para hacerlo. Y tienen razón, al menos en este área del negocio.
Para que los jubilados de un reportaje anterior continúen relatando su experiencia, por ejemplo, necesitamos saber si quieren hacerlo. Necesitaremos también convencerles, si llega el caso. E incluso los medios para que lo hagan: ir con una minicámara, o recibir su grabación para editarla y subirla al canal. Es parte de la producción. Es parte de la historia.
Un programa protagonizado por, digamos la tercera edad rural, no es Lost. No se puede dejar la historia en manos de una fanbase que ni existe todavía, o que no conocemos (¡o que no tiene Internet!). E incluso en producciones como la citada, antes de que lleguen los fans hay una estrategia. Hay que buscar a los fans. Hay que animarles a moverse. Que lo hagan en la misma dirección que tú o no es otra cosa.
Pero lo que desde luego no funciona es generar un área transmedia y esperar que eso vaya solo.
Como Facebook. Al ser muy conocida, es la herramienta que más he sugerido para extender los reportajes e interactuar con el espectador. Pero ya hay algún ejemplo de cómo no usar Facebook en un producto audiovisual.
Si no hay nadie para responder a las preguntas, mantener a raya a los hoygan, y ya no hablemos de prolongar la narración o generar narrativa multiplataforma, quizá convenga más no hacer Social Media y mantenerse en el modelo analógico. Quizá no debamos sentarnos a esperar una remezcla. Creo que nada perjudica más a un proyecto que mostrar sus tripas en la red, con la estructura a medio construir, vacía o llena de información basura. Y me ha tocado trabajar en más de uno que ha acabado así. Por ahí están, invitando.
A finales del año pasado intenté convencer al productor con el que había trabajado hasta entonces de hacer una ficción para Internet. Me contestó «pero es que con Internet no puedes ir a ningún sitio».
Entiendanle: no vas a ningún sitio de cine. No se admiten producciones web en festivales (salvo este año, en uno de fantástico en Catalunya, donde pusieron Svarmorder). Y tampoco se pueden pedir ayudas al Gobierno, aunque levantar un proyecto para la Red requiere menos esfuerzo que cualquier rodaje. Puede que no se gane dinero con ello, pero el error está en creer que puedes ganarlo con un corto. Alguno lo gana, y alguna vez sacas algo para seguir adelante, pero no puedes hacer cortos para ganar dinero.
Ahora, tras la despedida definitiva de Nikodemo y del fin de Balzac, parece que mi amigo y sin embargo socio pudiera tener razón. El nuevo modelo de negocio tiene tanto de nuevo (el medio) como de viejo (el negocio). Pero al menos estos proyectos fueron gestados para la Red. El fracaso económico, en un año como este, no le quita mérito alguno a sus propuestas. También mi amigo sigue peleando con las facturas.
Internet bulle vídeo online. Leí hace poco que en los 80 todo el mundo tenía un grupo maquetero, en los 90 todo el mundo hacía un corto, en los 2000 todos nos hicimos un blog y en los 10 tenemos una serie en Internet. He escrito para dos de ellas. Una es un producto viral desarrollado por una agencia, promocionando a una de sus actrices: ¿un vídeobook ilustrado, podríamos llamarlo? ¿un vídeobook temático? Mi productor, además, busca posicionar la serie de forma independiente, más allá de las bandejas de correo de los directores de casting. Ambos objetivos se retroalimentan.
Pero la otra. Ay la otra.
«Queremos hacer unos cuantos capítulos y moverla por las teles«, me dijo el director/guionista, que escribió con su amigo el primer episodio hace tres años, de unos diez minutos (¿he oído corto?). El corto de festivales, que se hacía con el ánimo de ser descubierto y dar el salto al largo, es ahora la webserie que quiere dar el salto a la tele. El nuevo Qué vida más triste. Sé de al menos una gran productora que está comprando webseries a su segundo episodio para estudiar su producción en TV. No es que sea algo bueno o malo en sí mismo, pero el lenguaje televisivo no es el lenguaje de la webcast. No puede serlo: episodios de 15 minutos, secuenciación en bloque… ¡títulos de crédito! Y una glorificación del amateurismo que ya ocurría con el cortometraje: no se trata de que los productos sean divertidos o ingeniosos, sino de que estén hechos, o lo parezcan, «con cuatro duros».
Hoy me entero de que los reyes de los cuatro duros, y sus toneladas de ingenio, han emprendido el camino inverso.
Si alguien ha demostrado hasta qué punto se gustan Internet y la televisión, han sido Los Chanantes. Pero son de los pocos que han tratado a los dos medios per se, no tratando la Red como una vía de acceso a la Tele. Y además, creando comunidad, pero eso lo contaré otro día si ustedes me dejan.
Así que en efecto, mi amigo tiene razón: con Internet no vas a ningún sitio de cine, no vas a ningún sito de la tele. En Internet llegas a todas partes de Internet. Lo cual no es garantía de nada, pero si al menos esto no lo tienes claro, entonces no es que no vayas a llegar a ningún sitio: es que ni vas a encontrar la salida.