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Especulaciones: alargar lo corto

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Hace un año publiqué aquí el post breve Juguemos, dedicado al cortometraje. Había terminado la secuenciación y diálogos del corto Canción para principiantes, de Carlos Campillo. A la vez había empezado a colaborar en NT, por lo que propuse al director generar una pequeña estrategia transmedia. Creé el blog Barnabocatas, que amplía la trama e introduce un personaje nuevo, un narrador-testigo. Además se proponía como una anti-guía de bares, ya que el guión se desarrolla en la taberna más cutre de Barcelona, de la circulación del cortometraje una vez estrenado. Me dejaron asumir el riesgo de hacer publicidad precisamente criticando, pero el mercado del corto te permite ir a la contra. En gran medida, el corto es todavía el único medio donde la contestación se convierte en marca.

Y ahí se ha quedado el blog, esperando que el corto acabe de salir de la sala de montaje.

No le falta razón a Gonzalo Martín cuando me insiste en que no entiende el corto, en cuanto producto, en el panorama audiovisual presente. Y sin embargo yo acabo de dirigir uno. Con 2oo euros, un guión de tres folios y sin más remedio que pedirlo todo prestado, no podía arriesgarme a crear un universo serial y dejarlo colgado a los dos capítulos y medio. Mi historia empieza y termina en cuatro minutos y 28 segundos.

Hace cinco años la estrategia de distribución de los cortometrajes pasaba por los festivales, Canal Plus y algún bar. Tras la aparición de Youtube, muchos productores empezaron a difundir directamente. Algunos hablan del efecto Notodo: cortos más cortos, más sencillos pero más contundentes dramáticamente, y de fácil viralización. Yo no me atrevo a definir todo el panorama (ni siquiera todo el archivo Notodo cumple el efecto), pero en todo caso los cortos ya no son «películas en pequeñito» sino el reflejo de un paradigima audiovisual más amplio. Y puede que hoy, la estrategia de difusión de un corto suponga convertir el corto en otra cosa.

En el caso de este último, la estrategia es pasar por la desvirtualización antes que por Internet. Tampoco es del todo mía: el equipo empezó a bromear con la idea de una secuela a la vez que empezábamos la (todavía casi inevitable) ruta de festivales. Surgió la posibilidad de buscar el argumento de forma colaboraitva, algo que no es nuevo ni de lejos. Pero no hemos utilizado Internet como plataforma, sino esta postal. Va incluida en los DVD que distribuimos, y la hemos repartido entre los asistentes de los tres festivales que llevamos.

En ese momento, les estamos llenando los bocadillos

Es precisamente el carácter artesano y casi familiar de este juego lo que me atraí: buscar el fenómeno, la viralización, puede funcionar (o no) pero petarlo no estuvo nunca en el plan. Siempre hemos sido conscientes de nuestras expectativas: sencillez, brevedad y resolución.

No queremos miles de propuestas argumentales sino  crear una comunidad pequeña, de la que recibir un feedback rápido, plantear una propuesta a nuestra vez, y, tan importante o más, consolidar una red de colaboradores. Personas con una visión similar, ganas de rodar y tan escasos de medios como nosotros hace cuatro meses. Como objetivo secundario, la posibilidad de convertir el trabajo de partida en algo mayor. Pero de cumplirse éste, cada etapa del proceso creativo tendría que incluir nuevos elementos cruzados: no tendría sentido crear el producto y luego «buscarle algo transmedia».

Transmedia como retribución

Por otra parte, en un contexto como este, siempre se deja en el aire la cuestión remuneratoria, cuando no se da por hecho el trabajo gratis. Y no es verdad: trabajar sin sueldo no significa trabajar por nada.

Prolongar así la vida del proyecto puede suponer una forma de compensación para un equipo que madruga, no come o come bocatas de mortadela, gata coche y como mínimo invierte en nosotros varios fines de semana. Todo lo que lleve su esfuerzo más allá de una bobina o el catálogo de un festiv al es una muestra de respeto. Un refuerzo del carácter colectivo (y por ende, de comunidad) de cualquier obra.

Del mismo modo, antes de llevar a cabo cualquier actividad colaborativa, conviene tener clara la compensación. Juego significa recompensas: no darlas al buen jugador es no saber jugar.

En realidad esta simulación se basa en un sólo concepto: familia. Trabajar en pequeña escala sin buscar el hype, pero permitiéndonos explorar diferentes formas de desarrollo. Para que, incluso en el peor de los casos, el espíritu de «muestrario» quede manifiesto de forma integral y no sólo en un DVD.

 

 

«Apadrina un frame», campaña de crowdfunding para la postproducción «La Victoria de Úrsula»

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Los responsables del ambicioso cortometraje «La Victoria de Úrsula» han iniciado una campaña de captación de donaciones para cubrir los costes de postproducción que se ha denominado «Apadrina un frame». Con un esquema clásico de compensación y obsequios en función de la cantidad aportada, los promotores aspiran a alcanzar 15.000 euros de recaudación. Adicionalmente, el conjunto se adorna con la creación de fiestas y encuentros en lo que parece una estrategia de ingresos off-line vinculada a música y performances.

Juguemos

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Recientemente me han pedido desarrollar el tratamiento de un cortometraje. La duración tenía que ser imperativamente de seis a nueve minutos, así que, cuando tuvimos que hacer los inevitables descartes, propuse al director, lector de Noticias Transmedia, ampliar su historia utilizando narración transversal. En concreto, crear el blog y las cuentas de Twitter que aparecen en dos secuencias, y utilizar MySpace, dado que los personajes son músicos y la historia transcurre en las horas previas a un concierto.

La primera reacción de mi colega fue de escepticismo, ya que, al fin y al cabo, «sólo» estábamos haciendo un corto. Quizá era excesivo extender la narración para una obra audiovisual pro bono y de mínima duración incluso para sus estándares. Entendía que el concpeto de Transmedia venía para obras profesionales, y sobre todo «para luego», para el área de Marketing.

Los creadores audiovisuales olvidamos a menudo el carácter experimental de algunos formatos. Tal como hablaba de algunas series online, el cortometraje ha sido durante una década una vía de negocio paralela al largo. Eso ha provocado, tal como en éste, la aparición de fórmulas narrativas de cuya repetición muchos no éramos ni siquiera conscientes. Algunos realizadores que he conocido este año no ponen sus obras en la Red, porque les quita posibilidades. Igual que la serie online para las teles, existe el corto «de festivales» o el corto «de teles»… aunque algunas iniciativas nos van a obligar a ponernos las pilas sí o sí.

Conseguí convencer (a medias) a mi colega apelando al carácter lúdico de su corto, precisamente: le sobran unos cuantos euros, este verano no tiene trabajo, y quiere una historia breve para añadir a su bobina. Lo demás vendrá luego, si es que viene. Así que vamos a integrar el blog y, probablemente, la cuenta MySpace, «por probar». Emplear las herramientas y ver qué podemos hacer para integrarlas en la historia, qué tal se nos da y cómo responde el público.

En realidad es para eso para lo que un cortometraje debería servir por encima de cualquier otra consideración, incluso la de tener algo que enseñar: domar la creatividad, estirarla, aprender, explorar técnicas que tarde o temprano hay que utilizar. Pero sobro todo disfrutarlo, porque no siempre puedes hacerlo. Parece que ninguna historia es tan pequeña que no pueda caber en más de un medio. El resultado ya se lo enseñaré, si ustedes me dejan.

Créditos: la imagen pertenece a la galería de LaFruU, con licencia CC.